Saliste tan deprisa esa mañana, dejaste tantas cosas importantes olvidadas...
Las fui recogiendo una a una por si un día decides regresar.
Algunas las atesore en el relicario de mi corazón.
Tome con cuidado las dos lágrimas, esas que se escaparon de tus
ojos, el día que nos fundimos en cuerpo y alma. Colgué tu
sonrisa a la entrada de la casa, con ella quiero iluminar mis días de nostalgia.
Olvidaste también tu mirada de niño sorprendido, mirando la luna, las estrellas y el rosal amarillo cuando era acariciado por mariposas multicolores.
También encontré varias piedras, esas no quise conservarlas, las lleve hasta el río y deje que se durmieran mansas.
Aún no te he contado donde encontré tus pertenencias, fue en el camino de piedra, el que custodian los álamos. Fue justo esta mañana…
Cielo nublado
un rebaño de ovejas
malvones rojos.
Amigo,es un regalo para ti.
Te Extraño Mi Amor
Lo Entendiste Mi Cielo
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domingo, 28 de julio de 2013
De tus besos..
Háblame en un murmullo de tus besos, pero no digas de ellos demasiado, sólamente contame lo necesario, aquello que haga despertar en mí las ganas de conocerlos.
Decime, por ejemplo, si tus besos tienen un color especial, si tus besos de lunes son iguales a los del jueves y del viernes.
Contame si tus besos son de hielo o capaces de derretir al mismo sol.
Aprovecha el tiempo y decime si cuando besas, dejas tu alma en cada beso, y si en tus besos nocturnos te esmeras tanto como un artesano en sus obras.
¿Es cierto que podes besar piedras y transformarlas en pájaros? ¿Es verdad que el sabor de tus besos dura para todas las vidas?
Dicen que pintaste con tus besos los cielos de París, dicen que hasta lograste oscurecer las estrellas con uno solo de todos tus besos. No sé cuán grandes sean los cielos de París, ni si las estrellas brillan tanto, pero a mí me alcanza con que tus besos despejen algunas nubes de mi otoño y prendan las luces donde otros las han apagado.
Lo único que te pido es que no me digas que tus labios se mueren por tocar los míos, de esas historias ya no me fío.
Créeme que creeré en cualquier magia que digas que tus besos hagan; que puedo creer que tus besos alcanzarían para alimentarme el resto de mis días.
Si has llegado hasta aquí, sin conocer mi boca, podrías llegar más lejos aún, sin siquiera extrañarla.
Decime, por ejemplo, si tus besos tienen un color especial, si tus besos de lunes son iguales a los del jueves y del viernes.
Contame si tus besos son de hielo o capaces de derretir al mismo sol.
Aprovecha el tiempo y decime si cuando besas, dejas tu alma en cada beso, y si en tus besos nocturnos te esmeras tanto como un artesano en sus obras.
¿Es cierto que podes besar piedras y transformarlas en pájaros? ¿Es verdad que el sabor de tus besos dura para todas las vidas?
Dicen que pintaste con tus besos los cielos de París, dicen que hasta lograste oscurecer las estrellas con uno solo de todos tus besos. No sé cuán grandes sean los cielos de París, ni si las estrellas brillan tanto, pero a mí me alcanza con que tus besos despejen algunas nubes de mi otoño y prendan las luces donde otros las han apagado.
Lo único que te pido es que no me digas que tus labios se mueren por tocar los míos, de esas historias ya no me fío.
Créeme que creeré en cualquier magia que digas que tus besos hagan; que puedo creer que tus besos alcanzarían para alimentarme el resto de mis días.
Si has llegado hasta aquí, sin conocer mi boca, podrías llegar más lejos aún, sin siquiera extrañarla.
Los números se acaban...
Ayer, cuando entré en nuestra habitación ya estaba Teresa dormida. Tenía la cabeza apoyada en la almohada mirando hacia mi sitio. El pelo se ajustaba a la cama como el agua al lecho. Casi a oscuras. Las luces de los relojes de las mesillas hacían de candilejas. Los brazos haciendo una especie de hache a ambos lados de sus sueños. El torso estaba fuera de las sábanas y se adivinaba la ropa de dormir acariciando su espalda hasta donde comenzaba a descender como sin peso. Los dos tirantes, finos, sensuales, femeninos, me hablaban de ella. No sujetaban nada. Sólo decían de su carácter.
Volví a caer. Me enamoré otra vez de ella. Y le declaré mi amor en silencio. Quise recordar el número que hacía esta caída del guindo, y me vino a la memoria que hace unos diecisiete años, dije el último número que existe. Ya llevo muchas caídas más allá del fin.
Se durmió antes que yo, como ocurre todos los miércoles. Y es que, los martes dormimos con mi madre. Ella, en la cama supletoria de la habitación de la enferma-niña herida por el rayo de una tormenta de arterias y venas. Yo, en otro dormitorio, cerca, pero en otra habitación. Es su devoción. La mima.
Para Teresa no existen las obligaciones. Todo es devoción. Ama a lo cafre. Consiente de mí lo intolerable. Ausencias del pensamiento, retrasos sin sentido, olvidos, coqueteos, tozudez, desapego de mi cuerpo. Ella lo adorna todo y me da un beso. Y hace que siga viviendo. Como si nada.
Amar es pensar una canción y que ella comience a entonarla. Amar es atravesar Soria en coche, bajo una lluvia torrencial, mirando la luz de los faros con los ojos empapados. Los dos y sin saber por qué. Amar es consentir la libertad del amado.
Volví a caer. Me enamoré otra vez de ella. Y le declaré mi amor en silencio. Quise recordar el número que hacía esta caída del guindo, y me vino a la memoria que hace unos diecisiete años, dije el último número que existe. Ya llevo muchas caídas más allá del fin.
Se durmió antes que yo, como ocurre todos los miércoles. Y es que, los martes dormimos con mi madre. Ella, en la cama supletoria de la habitación de la enferma-niña herida por el rayo de una tormenta de arterias y venas. Yo, en otro dormitorio, cerca, pero en otra habitación. Es su devoción. La mima.
Para Teresa no existen las obligaciones. Todo es devoción. Ama a lo cafre. Consiente de mí lo intolerable. Ausencias del pensamiento, retrasos sin sentido, olvidos, coqueteos, tozudez, desapego de mi cuerpo. Ella lo adorna todo y me da un beso. Y hace que siga viviendo. Como si nada.
Amar es pensar una canción y que ella comience a entonarla. Amar es atravesar Soria en coche, bajo una lluvia torrencial, mirando la luz de los faros con los ojos empapados. Los dos y sin saber por qué. Amar es consentir la libertad del amado.
viernes, 26 de julio de 2013
Doble vida
La verdad es que nunca he contado a nadie esta historia y no sé por qué me he decidido a hacerlo ahora, de repente siento la necesidad de sacarlo fuera. Gracias de antemano a los que me estáis leyendo. Puede que poca gente comprenda lo que quiero contaros, o puede que lo haga más de la que yo creo. Esto nunca es fácil. A veces me siento la peor persona del mundo por hacer lo que hago, pero a veces también me siento la mujer más viva.
Tengo 56 años, estoy casada, tengo un hijo y hace diez años que tengo un amante bastante más joven que yo. No lo digo orgullosa ni mucho menos satisfecha de haber llevado la vida que he llevado, pero lo cierto es que es y ha sido mi vida y que por ahora no me he visto capaz de cambiarla.
Me casé bastante joven y tuve joven a mi único hijo. Mi marido es buena persona, trabajador y sé que me quiere. Hasta que apareció él nuestra vida era normal, yo diría que rutinaria, él trabajaba, yo madrugaba, iba a comprar, tomaba un café con mis amigas, preparaba la comida, y por la tarde dábamos un paseo juntos, y poco más. Lo más normal del mundo. Yo realmente no estaba mal con él, me gustaba su compañía, me había acostumbrado a ella, y me parecía que todo pasaba según tenía que pasar y que así seguiría siendo.
Pero nunca sabes en esta vida lo que te puede ocurrir y lo que pasó fue que apareció él así de repente. Lo conocí en el bar donde tomaba café todos los días con mis amigas, aunque delante de ellas nunca llegué a hablar mucho rato. A veces pienso cómo pudo pasar, cómo pude dejarme llevar pero no encuentro la respuesta. O puede que no quiera buscarla. El caso es que nos conocimos y de repente me vi inmersa en una historia que ya no podía controlar. El primer día que quedamos yo estaba nerviosa como una adolescente. Ya no recordaba esos nervios ¡¡llevaba tantos años casada!! Y no sé si fue esa sensación que me gustó, o lo que me hizo sentir en aquella primera “cita” o qué fue… pero quise repetir. Era como si la parte de mi vida que tuviera que ver con él no fuera mi vida, como una película. Pero me gustaba tanto. Él tiene 20 años menos que yo y desde el principio me ha hecho sentir muy viva. Tanto en el plano sexual, algo que con mi marido estaba prácticamente muerto, como en el resto de aspectos, porque es una persona divertida, culta y especial que me hace pasar unos ratos estupendos. Quedar con él es para mí un bálsamo en mi rutina. Me da la vida. Sé que es injusto, que muchos pensaréis que soy una cobarde y una egoísta. Yo también lo pienso muchas veces. No sé si alguien le ha pasado algo parecido y puede llegar a entenderme… ya os digo que es algo que nunca he contado a nadie y no sé si alguien lo podría comprender.
Muchas veces he pensado en dejar a mi marido. Sé que debería hacerlo, porque llevo 10 años con una doble vida y si él lo supiera sufriría muchísimo y se decepcionaría más. Es que por raro que parezca ni se lo puede imaginar. Cuando llego a casa y lo miro sé que lo quiero, que en el fondo no quiero dejarle, y sé que debería romper con esa doble vida que llevo, pero cuando estoy con él, con mi burbuja de ilusión, los esquemas se me vuelven a romper y no consigo apartarlo de mi vida. En el fondo, fondo fondo, sé que algo tengo que hacer, cuanto antes, o esta situación va a terminar por volverme loca.
Fue lo mejor aunque doliera
Mi novia me dejó cuando llevábamos cinco años juntos. El último año fue el peor porque ya la cosa iba bastante mal, y habíamos tenido un par de rupturas cortas que habíamos superado pero al final terminó por dejarme y lo pasé fatal.
Empezamos a salir cuando éramos bastante jóvenes, era la primera relación de los dos y al principio todo iba bien. Ella me dejó una vez porque tenía dudas de lo que sentía tal pero lo arreglamos, y después ya casi al final, antes del último año este que os digo, también me dijo que tenía dudas porque le gustaba un compañero de su trabajo y estaba muy confundida. Al final también lo arreglamos.
Pero desde esa ruptura hasta la definitiva la cosa no iba bien. Vivíamos en ciudades diferentes y ella quería que yo me fuese a vivir con ella pero yo quería estar en la mía y que fuera ella la que viniera, por lo que eso nos traía muchas discusiones y follones. No llegábamos nunca a ningún acuerdo pero el tiempo pasaba y ese tema era cada vez más complicado, porque cuando yo iba a verla me la encontraba distante, ya no estábamos cariñosos y la relación estaba cada vez más fría por su parte, yo estaba hecho un lío porque la quería muchísimo y quería estar con ella siempre, pero esa situación me llenaba de miedos y dudas.
Al final un día me dijo que ya no podía más y que no estaba enamorada de mí, que quería que lo dejásemos y que esta vez era definitiva. Me lo tomé fatal y me deprimí muchísimo, yo quería estar con ella pero no hubo opción a nada. Fue una ruptura dolorosa porque eran muchos años juntos, y de la noche a la mañana ella desapareció de mi vida.
Ahora con el paso del tiempo sé que fue lo mejor porque no éramos felices por mucho que quisiéramos pensar que sí. La ilusión se había ido y sobre todo la pasión y aunque yo no me daba cuenta entonces ahora sí que entiendo que es lo que teníamos que hacer. Pero siempre tendré un buen recuerdo de ella.
Mi mejor amigo
Él era mi amigo de toda la vida, nos criamos juntos, nuestras madres amigas, siempre jugando juntos en la calle, nos hicimos adolescentes y seguíamos siendo amigos, no era demasiado habitual que por entonces chicos y chicas fueran amigos pero nosotros íbamos siempre juntos a todas partes, teníamos una pandilla de amigos pero siempre fuimos los más amigos. Yo me eché un novio y él una novia y nos casamos con unos pocos años de diferencia, nuestras respectivas bodas fueron para el otro muy especiales, se casaba mi mejor amigo!! Me encantaba su mujer, me gustaba verlos juntos, eran felices. Yo lo mismo con mi marido, los cuatro pasábamos mucho tiempo juntos y todo transcurría normal.
Pasaron los años y por circunstancias de la vida los dos nos quedamos viudos relativamente jóvenes. Fue muy duro para los dos, sufrimos mucho, y nos apoyamos mucho el uno en el otro. Siempre habíamos sido amigos lo que no imaginábamos nunca que, en esta última etapa de nuestra vida, aprenderíamos a también a querernos de otra forma. Ahora convivimos juntos, nos cuidamos, nos reíamos y estamos felices así, los dos juntos.
Mi peor historia
Quiero contar mi historia para que todo el mundo entienda que lo que me pasó a mí no puede tolerarlo nadie, ni aceptarlo nadie, que hay que ser fuertes y saber pararlo a tiempo.
Afortunadamente creo que yo lo hice a tiempo aunque en realidad siempre es demasiado tarde cuando no eres feliz, pero también siempre puede ser peor.
El caso es que yo salí con un chico que era celoso, posesivo, obsesivo y manipulador. Nunca había estado con una persona celosa y no sabía gestionar la situación, sobre todo cuando tengo bastante amigos chicos, mi mejor amigo es un chico, tengo muchas aficiones y me gusta hacer cosas con mi gente, vaya, que toda mi vida en sí misma era un problema para él.
Y claro, venían broncas, y broncas, y gritos, y gritos, y situaciones surrealistas derivadas de la NADA, solo de las inseguridades y paranoias que tenía en su cabeza y que le hacían ser una persona muy obsesiva y manipuladora.
El problema de esta gente es que te vuelve pequeña, te hace sentir muy insegura, y haces cosas que no deberías hacer, como alejarte un poco de tus amigos para evitar la bronca de turno, dejar de ir a esa cena que tanto te apetece para evitar la bronca de turno, dejas de ser tu misma y te conviertes en un monigote sin personalidad. Y por qué aguantas??? Eso me preguntaba yo!! Pues porque en las buenas son personas maravillosas, encantadoras, que te piden perdón, que te dicen que es todo culpa suya, que van a cambiar, que ya están “mejor” y tú te lo crees, en realidad te has enamorado de esa persona comprensiva con algunas “inseguridades” pero no, todo se vuelve siempre en tu contra y eso nunca cambia, siempre es a más a más a más, y siempre peor.
Así que cuando me vi ese día en el espejo, después de dos semanas sin apenas dormir de nervios, sin comer porque las broncas podían alargarse horas y de no reconocer ese reflejo que veía, decidí cortar por lo sano y sacar de mi vida aquello que me estaba destrozando.
Y fuera todo lo negativo y que venga todo lo positivo, y fuera de mi vida la gente celosa y obsesiva y manipuladora, y que venga gente buena y alegre y con ganas de ser feliz y de no amargar a los demás. Eso, nunca, nunca, nunca, es ni será amor.
Perdón por el rollo y mi consejo: quereros mucho, valoraros mucho, y que nadie, nunca, os diga lo que tenéis que hace ni cómo tenéis que ser.
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